Read the original article in English here as published by the Teaching Artists Guild.
Como artista docente, considero mi meta más grande hacer que mis estudiantes se sientan incluidos. En las paredes y por dentro de la clase, es importante que se vean reflejados. Cuando yo escucho a mis estudiantes decir «Pinto feo» o llamarse estúpido, mi mente traduce: —Pinto diferente. Yo soy diferente. No soy como los demás— Ellos vean las obras que aparecen sobre la pared y solo entienden que no son como las suyas.
Aun desde muy pequeña, los niños aprenden a internalizar una tradición muy estricta de arte. Se saben que a nadie le gusta el negro o el moreno y si tu color favorito sea oscuro, entonces, eres algo de raro (y tampoco de una manera buena). Aprenden que cualquier diferencia debe ser malo y que el arte europeo del oeste es el único tipo de arte. (¿A dónde se encuentra el niño libre de que todos los grandes hablaban?)
Como alguien recién llegada a la industria, no me esperaba esto—era arte de niños de todos modos. Un mes recuerdo que algunos de mis niños y yo estábamos ayudando en preparar una muestra de arte infantil. Estábamos pintando una pieza de cartón negro y los estudiantes desaprobaron. ¿Y si les hacía pensar que eran pobres? ¿No podemos comprar el cartel negro en su lugar? Pensé en el deseado look hecho a mano en los interiores. ¿Qué le hacía esto tan distinto? A finales del día, solo era una cuestión de estilo.
Por está razón, es importante para mí que se representan una variedad de distintos estilos en la clase de arte. Lo que usted conoce como el gusto o el estilo, he logrado comprender tanto como la voz única de mis estudiantes al igual que una expresión más amplia de la herencia, los valores y los lazos culturales. Es menos una cuestión de si ciertos colores son «buenos» o «malos» o aun si un acabado mate es «mejor» del look pintado a mano.
Un verano estaba reflexionando sobre mi tiempo en la universidad cuando por primera vez me di cuenta. Mi sentido de estilo siempre llamaba la atención de los demás. Me decía usar menos color o colores más «naturales». En otros casos, la gente estaba impresionado con mi sentido de color, y por más que intentaba, no entendía porque. Las yuxtaposiciones así eran muy frecuentes en mis visitas a Jamaica, en la arquitectura y en el paisaje. Todo brillaba con más luz cerca del equator, tanto que muchas veces me convencí de que mi propia piel estaba hecho del barro rojo de la bauxita local.
Por el otro lado, nuestra currículo de arte se celebra los pasteles, colores neutros y paletas apagadas sin contexto ninguno. Los neutros de una pintura holandés eran considerados, y cito, más «sofisticados». Pero mientras muchas de mis compañeros nunca habían viajado al Caribe, yo como una estudiante internacional vivía algunos años en el sur de Europa, y le podía decir que el tiempo en el norte suele ser lluvioso y nubloso. Es decir, ¡el uso de neutros en sus pinturas simplemente era honesto! (Por cierto, históricamente, los oleos de colores más brillantes no eran tan comunes.)
En el 1946, mientras visitó una muestra de arte infantil por el Consejo Británico en París, el famoso artista español Pablo Picasso, quién se conoce por sus pinturas cubistas, se citó decir esto: À douze ans je dessinais comme Raphaël. Il ‘a fallu toute une vie pour apprendre à dessiner comme un enfant. A la edad de doce años, aprendió a dibujar como una artista del Renacimiento, pero le llevó toda una vida para aprender a pintar como un niño. Ahora, aprendemos a pintar como Picasso, pero la falta de diversidad en nuestros currículos todavía sigue.
Referencias
“Children Are Not Colorblind: How Young Children Learn Race.” Erin N. Winkler, Ph. D. University of Wisconsin-Milwaukee.
“Why Diverse Books Matter: A Resource Guide for Families and Educators.” Kelsey A. Johnson, MFA. Texas State University.
“Rewriting Art History.” Jacob Urist. The Atlantic.
L’Art Des Enfants (French Edition). Corrado Ricci.
“The Year of Hygge, The Danish Obsession With Getting Cozy.” Anna Altman. The New Yorker.
“Jamaican soil: an agricultural crisis.” Liz Solms. Frank151. Archived.
“Why Classical and Contemporary Paintings Look So Different.” Robert Gamblin. Gamblin.
Picasso (French edition). Antonina Vallentin, p.14.